jueves, 18 de marzo de 2010

Nan Goldin 1953

Goldin nace en 1953 en una familia de origen judío en Washington D C, pero crece entre varias familias adoptivas de distintas ciudades de Nueva Inglaterra, después de que su hermana se suicidara. Poco después, Goldin entra en una escuela experimental del área de Boston, la Satya Community School. Cuando tiene 15 años, tiene su primer contacto con la fotografía en la escuela; dos años más tarde, cuando empiezan los años 70, Goldin ya aparece como una aspirante a fotógrafa profesional inspirada, según ella misma, "en las imágenes de las revistas de moda".


Contacts photography - Nan Goldin Fr
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Nan Goldin refleja en su trabajo su vida, más de treinta años de su vida
pasan ante nuestros ojos. Puede considerarse el diario de su vida.
En él nos muestra a los integrantes del círculo de amistades y conocidos en
que se ha movido en varios lugares del mundo desde Nueva York hasta
Tokyo, pasando por Berlín y París.
Lo importante de su trabajo es como nos retrata a las personas que han
pasado por su lado, no son retratos al uso, sino en las situaciones normales
de sus vidas y de las relaciones con otras personas. Así hay retratos de
personas en una bañera, vistiéndose, amándose, riendo, llorando.
Hay personas de todas las edades desde recien nacidos hasta moribundos.


"Nan Goldin no piensa en términos de “instante decisivo”, no busca la foto única que condensa y crea su propio contexto. Aunque algunas de sus imágenes son, aisladamente, de una gran contundencia, en su obra la significación la crean las series. Es a través de la organización de secuencias como las del audiovisual La balada de la dependencia sexual - auspiciadas por la música, que se convierte en contrapunto irónico y en referente sentimental de la memoria - como las imágenes adquieren la dimensión narrativa que las convierte en un diario visual en el que Goldin recrea insistentemente sus obsesiones. El cambio y sustitución de fotografías convierte el montaje en una obra en constante redefinición desde las nuevas perspectivas que otorga la experiencia. El espectador, convertido en voyeur por el carácter privado de las escenas, puede calificar como obscenas muchas de estas imágenes en función de sus propios tabúes y vivencias, pero para las personas representadas, que han abierto a la fotógrafa sus territorios particulares y comparten con ella su vida y una cierta experiencia del mundo, no lo son en absoluto. Por eso en las imágenes de Nan Goldin no hay rastros de violencia ni voluntad de obscenidad, sino una honestidad radical que no rechaza el patetismo de la vida o la estética de lo feo, sino que los busca como parte del descenso a los infiernos de la realidad, una realidad en la que el furor por la vida es tan fuerte como la existencia de la muerte.
En Marcel·lí Antúnez lo obsceno se conjuga irónicamente con lo monstruoso y genera una intensidad expresiva cuyos estremecimientos van más allá de la búsqueda plástica para rozar la fantasmagoría existencial. Establece, así, inquietantes conexiones entre el pensamiento solar de un filósofo como Bataille y los terrores más oscuros del ser humano."
Texto de Rosa Martinez, Catálogo de la Exposición “la Vida sin Amor no tiene sentido”. 1993

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